El estudio, desarrollado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), busca entregar alternativas de manejo económicas, eficientes y con un menor impacto ambiental a la industria vitivinícola nacional
En Chile existe un grupo de hongos que ha evolucionado a través de millones de años para atacar insectos. Juan Aguilera Sammaritano, Investigador postdoctotal de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), centra parte de su trabajo científico en generar estrategias de control biológico de plagas agrícolas usando este tipo de microorganismos nativos. “Queremos investigar qué especies de hongos hay en los suelos de Chile e identificarlos. El objetivo es utilizar estos hongos para reemplazar paulatinamente el uso de agroquímicos en las zonas agrícolas del país, muchos de los cuales son dañinos para la salud de las personas e incluso pueden afectar a otras especies de insectos, como es el caso de las abejas. La mayoría de las plagas de cultivos se controlan con agroquímicos, pero el problema es que estas plagas generan resistencia. Por lo tanto, cada vez hay que agregar más agroquímicos o variar los productos de control para que sigan siendo efectivos”, sostiene Aguilera.
De esta forma, el proyecto busca reemplazar la utilización de químicos sintéticos, por el uso de organismos nativos para el control de las plagas agrícolas, con especial énfasis en la polilla Europea de la vid (Lobesia botrana), la cual genera grandes pérdidas en viñedos tanto a nivel regional como global.
La investigación es financiada por la iniciativa Fondecyt y respaldada por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), contando con un tiempo de realización de 3 años, periodo durante el cual se considera el colectar muestras de suelo en la zona central de Chile, desde Santiago hasta Concepción.
Parte de los beneficios de esta técnica constituye en un bajo costo. Grandes empresas vitivinícolas poseen considerables hectáreas, por lo que los insumos químicos para controlar la invasión de insectos constituyen un costo elevado.
A diferencia de los agroquímicos convencionales, cuando se incluye el hongo en el ambiente, no hace falta realizar aplicaciones continuas. “Cuando aplicamos el hongo, éste se establece en ese ambiente, se autorregula y empieza a atacar al insecto, reduciendo significativamente su población. Pese a bajar también la cantidad de insectos, el hongo se mantiene presente a través de esporas. Así, cuando los insectos aparecen nuevamente, y si las condiciones ambientales son adecuadas, el hongo los detecta, los ataca y se genera un equilibrio dinámico entre las dos poblaciones”, sostiene el científico.
“La idea es generar un insecticida inteligente a base de hongos nativos de Chile, que se pueda distribuir y comercializar para realizar un control de plagas ecológicamente más sano y económicamente más rentable, como se viene haciendo ya en varios países del mundo”. En resumen, “esta cadena de efectos establece una regulación eco-sistémicamente equilibrada, reduce la aplicación de químicos sintéticos y de forma conjunta disminuye la contaminación del suelo, cursos de agua e incluso reduce riesgos para la salud de las personas”, finaliza Juan Aguilera.