Por: David Mella Banda. Periodista. Magíster en Ciencias Políticas y Comunicación
Por estos días, se ha instalado el debate de hacer reformas sustanciales a nuestro Sistema Político. Las alarmas se encendieron en las pasadas elecciones de las directivas de ambas cámaras del Congreso Nacional. En la de Diputados, la presidencia quedó en manos de Karol Cariola (PC), y la vice presidencia en manos del ex PDG, Gaspar Rivas.
Acusaciones varias de no respetar los acuerdos, intervencionismo de parte del Ejecutivo, a través del ministro de la SEGPRES, Álvaro Elizalde, solo por nombrar. Lo claro es que el propio Presidente de la República, Gabriel Boric, tuvo que salir al paso y manifestó su voluntad de hacer reformas a nuestro Sistema Político, en el pasado Encuentro Nacional de la Empresa, ENADE.
Numerosos politólogos han escrito sobre la materia, como Manuel Antonio Garretón, que dice que el Sistema Político se configura tomando en cuenta el modelo económico, político y cultural existente. En lo normativo, este se puede ver plasmado en la Constitución Política de la República de Chile de 1980, que se intentó cambiar dos veces, y que ha tenido más de 70 reformas.
Una de ellas, se dio en el año 2015, en el segundo gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, que puso fin al Sistema Electoral Binominal, reemplazándolo por un Sistema Proporcional, con el principal objetivo de dar más representatividad y cabida a las preferencias de las y los ciudadanos, como también a los partidos políticos, independientes y otras corrientes.
El objetivo se logró. Sin embargo, y dada la contingencia, es conveniente preguntarnos ¿Qué queremos hacer? En todos lados se habla de reformar, cambiar la “Sala de Máquinas”, pero ¿Por qué mejor no hablar de corregir el actual Sistema Electoral?
Desde el mismo Congreso Nacional y la opinión pública se ha encendido el debate de que la fragmentación existente dificulta el diálogo. Se habla de ley anti díscolos, establecer un umbral del 5% para parlamentarios electos, reducir partidos políticos, etc.
Es verdad, es urgente mejorar el Sistema Electoral para dar más estabilidad a nuestro Sistema Político. Pero pretender cambiar este último, sería una novela de nunca acabar por la complejidad del caso, y no contamos con los tiempos y plazos. La contingencia día a día ha obligado a la clase política a abordar el tema con seriedad.
Estamos en tiempos difíciles, con la delincuencia y corrupción desatada, una migración ilegal, unas reformas pausadas que no pueden seguir esperando, como son las del sistema de pensiones, reforma tributaria y otros derechos sociales.
Sabemos que el Poder Ejecutivo está abordando estas materias, pero es en el Congreso donde se aprueban las leyes, y necesitamos llegar a buen puerto, tanto la oposición, como el oficialismo, para dar seguridad, tranquilidad, y certeza que las ciudadanas y ciudadanos de nuestro país necesitamos.
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