Por: Bárbara Gavia Herrera. Seremi de Minería de la región de O’Higgins
El royalty minero ha sido un tema de debate recurrente en Chile, un país cuya economía se sustenta en la gran minería. Sin embargo, más allá de la recaudación, lo esencial es su impacto real en las comunidades.
A un año de su entrega a 307 comunas, la gran pregunta no es cuánto dinero genera, sino cómo transforma vidas. Estos recursos pueden significar caminos más seguros, educación de calidad y hospitales equipados. Es el momento de convertir la riqueza del suelo en oportunidades para todos.
Porque el verdadero valor de los recursos no está solo en la minería, sino en el impacto tangible que generan en quienes más lo necesitan. El royalty minero no es solo un impuesto, es el futuro de las comunas de Chile, para un país más justo y próspero.
Un impulso clave para el desarrollo local
Desde la perspectiva del Estado, el royalty representa una oportunidad histórica para incrementar los ingresos públicos y financiar proyectos sociales.
Según estimaciones del Gobierno, esta reforma permitirá una recaudación adicional de miles de millones de dólares en los próximos años, fondos que se destinarán a fortalecer áreas clave como educación, salud e infraestructura.
En este sentido, las municipalidades jugarán un rol crucial en la distribución y uso de estos recursos. Su desafío será convertirlos en mejoras concretas para la comunidad. Algunos de los principales focos de inversión serán:
- Infraestructura y espacios públicos: mejoras en áreas verdes, juegos infantiles y espacios de recreación que fomenten el bienestar comunitario.
- Seguridad ciudadana: instalación de cámaras de vigilancia, balizas peatonales y luminarias para fortalecer la seguridad en calles y plazas.
- Salud y transporte: remodelación de salas de espera y urgencias, modernización de vehículos municipales y adquisición de camiones aljibe para mejorar la calidad de los servicios de agua potable en zonas con déficit hídrico.
Estas inversiones no solo elevarán la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también impulsarán la economía local mediante la generación de empleo y el fortalecimiento del comercio en las comunas mineras.
El desafío: transparencia y eficiencia en la gestión. Si bien los beneficios del royalty son innegables, su éxito dependerá de una gestión eficiente y transparente. Es fundamental la implementación de mecanismos de fiscalización y participación ciudadana que aseguren que estos fondos lleguen realmente a las comunidades y no se diluyan en burocracia o malas prácticas.
El desafío para Chile no es solo recaudar más, sino hacerlo de manera que incentive la inversión, promueva la sustentabilidad y garantice que los beneficios de la minería lleguen directamente a las comunas que más lo necesitan.
En febrero 2025 se hizo entrega de la primera cuota del año, la cual será distribuida en cuatro pagos y representará el doble del monto entregado el año pasado. Además, este financiamiento está asegurado por los próximos 10 años, lo que ofrece estabilidad y oportunidades a largo plazo.
Si se gestiona correctamente, el royalty minero puede convertirse en una herramienta clave para el desarrollo local y la equidad territorial, asegurando que la riqueza generada por la minería se traduzca en progreso real para todos los ciudadanos.
Porque la verdadera riqueza de Chile no solo está en su suelo, sino en su gente y en el futuro que podemos construir juntos.
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