Por: Christian Villegas Gárate, RR.PP. Corporativo – Consejero Evópoli VI Región
Una duda suele flotar sobre las campañas electorales: ¿se debe atacar al adversario? Responder que sí o que no marca el tono de la campaña. Y puede tener resultados fulminantes. Para ellos o para nosotros.
El problema siempre aparece, aunque algunos lo nieguen. ¿Se debe atacar? Algunos se lo plantean porque van perdiendo, otros porque van ganando y quieren asegurarse, algunos más porque quieren aprovechar un error importante del rival, otros porque es su estilo y su modus operandi habitual. Lo que nunca se pone en duda es a quién se ataca, y siempre se elige al rival más fuerte dentro de la contienda.
Hemos observado como las encuestas siguen posicionando al Ex Presidente Sebastián Piñera como puntero en la lista de candidatos y seamos honestos, sin mayor esfuerzo. Podemos llegar a una serie de conclusiones, una puede ser la deficiente gestión del actual gobierno, el que ha sembrado una especie de nostalgia por el gobierno anterior o el escaso liderazgo del resto de los candidatos presidenciales. En lo personal creo que es una mezcla de ambas. El castigo hacia la izquierda representaba por la ya trasnochada Nueva Mayoría trae como consecuencia el apoyo incondicional al candidato de Chile Vamos, no importa cuántas acusaciones o descalificaciones pueda recibir, el apoyo a Sebastián Piñera sigue aumentando en cada encuesta que se publica.
Por otra parte también existe un grupo incomodo con la presencia del ex presidente, de frentón descontento, pero la pregunta es ¿Se encuentran en alguna trinchera? Y la respuesta es NO. Simplemente es el descontento que se manifiesta hacia la clase política en general, pero no han encontrado una mejor alternativa en otras candidaturas. En resumen ese descontento se traduce en ausencia de participación.
El analizar a la competencia puede pasar de una necesidad a una obsesión y así lo hemos visto en candidatos como ME-O, uno puede imaginar la frustración de obtener solo el 2% de apoyo después de dos candidaturas anteriores y ver como se va diluyendo la posibilidad de llegar a la moneda cada vez con más claridad. El enfocar toda la energía en enlodar la imagen del ex mandatario no está surtiendo efecto, llegar a estos extremos limita la capacidad de marcar agenda propia y vemos como Sebastián Piñera se encuentra en un nivel de impermeabilidad que da espacio para una etapa de “no existe la mala publicidad”, y el abanderado del PRO solo lo sigue posicionando como el rival más fuerte.
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