Por: Alex Bello. Regional sales manager en Genetec
El año 2024 marcó un hito para los aeropuertos de Chile entregando un recordatorio urgente de los desafíos que enfrentamos en materia de seguridad y gestión aeroportuaria. Según la Junta Aeronáutica Civil (JAC), más de 28 millones de pasajeros transitaron por los aeropuertos nacionales, cifras que, si bien evidencian una recuperación y crecimiento del sector, también exponen las debilidades y tensiones de las infraestructuras actuales.
¿Estamos preparados para manejar este volumen de personas de manera segura y eficiente, especialmente en períodos de alta demanda como el verano? La respuesta no es tan simple como quisiéramos creer.
El incremento del tráfico aéreo es una buena noticia para la conectividad y el turismo, pero también una prueba de fuego para la seguridad en los aeropuertos.
Los terminales congestionados no solo aumentan el riesgo de incidentes como equipajes extraviados o abandonados, sino que también crean un entorno ideal para actos delictivos o fallos operativos. En este sentido, apoyarse en tecnologías avanzadas no es un lujo, sino una necesidad apremiante.
Las soluciones como el análisis de video en tiempo real son herramientas poderosas que nos permiten anticiparnos a las amenazas, pero aún queda la pregunta: ¿estamos invirtiendo lo suficiente en estas tecnologías? ¿O seguimos creyendo que los desafíos de hoy se pueden resolver con las soluciones del pasado?
En mi experiencia, he visto cómo la falta de una visión a largo plazo en seguridad aeroportuaria puede costar caro, no solo en términos económicos, sino también en la confianza del público.
Otro aspecto que merece una discusión más crítica es el control de accesos. La implementación de tecnologías biométricas y credenciales digitales es un avance importante, pero no debemos caer en la complacencia. La eficacia de estos sistemas depende de algo fundamental: la capacitación del personal y el cumplimiento estricto de los protocolos.
No basta con tener la mejor tecnología si las personas que la operan no están preparadas para maximizar su potencial. Además, un enfoque centrado únicamente en la eficiencia podría llevarnos a descuidar los derechos de privacidad de los pasajeros, un equilibrio que no podemos permitirnos ignorar.
Por otro lado, el fantasma de los ciberataques sigue acechando. En un entorno tan interconectado como el de un aeropuerto, una brecha de ciberseguridad puede tener consecuencias devastadoras, desde la interrupción de las operaciones hasta el robo masivo de datos de los pasajeros.
Sin embargo, todavía hay una falta de conciencia general sobre esta amenaza. Las autoridades y operadores deben dejar de ver la ciberseguridad como un tema complementario y empezar a tratarla como un pilar fundamental de la seguridad aeroportuaria.
El crecimiento del tráfico aéreo debe ser motivo de celebración, pero también una llamada de atención. El futuro del sector dependerá de las decisiones que tomemos hoy, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que esas decisiones prioricen la seguridad y el bienestar de todos los pasajeros. Porque, al final del día, un aeropuerto es más que solo una infraestructura; es el punto de partida y regreso de millones de historias. Y cada una de ellas merece un viaje seguro.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo