¿Cómo sobrevivir en el siglo XXI?

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Por: Gonzalo Prieto N. Sociólogo, Máster en Medio Ambiente: Dimensiones Humanas y Socioeconómicas por la Universidad Complutense de Madrid


La dialéctica suele confundirse con un proceso circular, donde los hechos de la historia se repiten incansablemente y el cambio parece ser una cascará que adorna los procesos. Sin embargo la dialéctica de Hegel es un proceso dinámico, evolutivo y transformador que fluye rápidamente y nos muestra los elementos que parecen irreductibles frente a los cambios.

El siglo XXI que roza sus primeros 20 años da muestra de aquellas expectativas que soñábamos que se cumplieran, pero abre preguntas profundas sobre qué está cambiando, qué permanecerá y la velocidad en que lo hace. Entre medio de todo nos encontramos nosotros los seres humanos, en nuestros pequeños universos llenos de conflictos, intereses y pasiones.

Nuestras vidas parecen moverse más lentas en un sistema donde la información fluye rápida como la luz. Ya no hablamos de campo y ciudad, sino de ciudades que deben ser capaces de adaptarse a una sobrepoblación como nunca antes, que consumen energía y recursos casi sin límites, pero donde el ser humano no encuentra respuesta a sus preguntas fundamentales, las mismas preguntas que se hicieron los griegos hace miles de años. Dicha falta de respuesta supone graves consecuencias como los problemas de salud mental, la autoniquilación y el envejecimiento. Pareciera que la humanidad ha construido su propio camino de regulación de la especie, construyendo un sistema invisible de destrucción que equilibre la tasa de nacidos versus muertos.

La sociedad global del siglo XXI se transforma, pero no se destruye como sistema, sino que busca mecanismos de reproducción, haciendo necesarias ciertas condiciones para que eso ocurra. Reflexionar sobre la vida de los seres humanos en el planeta, implica retrotraernos a los orígenes, volver a preguntarnos una y otra vez lo mismo. De allí se desprende la sociología como un ejercicio intelectual que retoma la necesidad de encontrar el orden dentro de un aparente caos. ¿Cuáles son las regularidades que permiten comprender la acción de las personas y su movimiento societal?

La ciencia ha logrado comprender que las respuestas compartimentadas y excesivamente racionales no son capaces de acercarse lo suficiente a la realidad, este nuevo siglo comprende que hace falta la multiplicidad de miradas para volver a concluir en una sola visión. En otras palabras, la perspectiva economicista, racional y cartesiana sirve como instrumento, pero no como constructo teórico y menos aún como solución comprensiva a los eventos por lo que hombres y mujeres atraviesan en la época histórica que nos toca vivir.

Si quisiéramos resumir en algunos ejes ¿cuáles son los esenciales problemas del siglo XXI? Debemos comenzar por diagnosticar: la falta de sentido. La humanidad no parece tener propósito claro. Si en los inicios de la humanidad la necesidad de las mujeres y hombres fue la supervivencia y luego el  progreso, en la era industrial fue la tecnificación el alcance de los beneficios para un gran número de personas, la emergencia de una sociedad de mercado trae consigo la racionalización de la vida, dejando a las ciencias del espíritu enterrada bajo una capa de fórmulas, sistemas financieros y riesgos. La política como mecanismo de orden y organización social queda huérfana de sentido con la caída de las grandes ideologías y ha vivido estos últimos 30 años intentando resolver sus preguntas en una ida y venida que descansa en la lógica de “administración de los hay” con una balanza que se inclina a ratos en la distribución “justa” de aquello que existe.

Ahora bien, creo que el siglo XXI estará basado en una gran tarea de sentido, superando todas las tareas que tuvo la humanidad en el pasado. El gran problema del siglo XXI para toda la humanidad, y a diferencia de otras épocas de la historia será: ¿Cómo sobrevivir?

La respuesta a la pregunta deberá en un proceso ordenando ir buscando metodológicamente respuestas que se relacionen con la economía, la política, la cultura, la administración de los recursos, en definitiva la mirada sobre cómo la humanidad logra dar un salto de sentido hacia problemas de múltiples dimensiones de gran envergadura.

El cambio climático no sólo conlleva desastres naturales, sino que son un desafío para la economía y la justicia o la justicia en la economía. ¿Quiénes podrán tener recursos para sobrevivir en el siglo XXI?, ¿quiénes lograran hacerlo?, y ¿quiénes podrían quedar solamente rezagados, a la deriva o simplemente condenados a la extinción?

Será una cuestión evolutiva. La identidad de género, las olas feministas no sólo deberían observarse en clave de más o menos derechos, sino como una especie búsqueda para no seguir siendo relegadas al segundo plano de la evolución, poniendo en el tapate las más antiguas discusiones demográficas. El cine incluso ya se hace cargo de dichas preguntas.

La transformación del trabajo, pone de cabeza no sólo las discusiones de quién produce, cómo se produce y quienes se quedan con la plusvalía de aquello, sino que viene justamente a discutir si la supervivencia necesita de grandes masas de gente consumiendo recursos de toda índole, o bien el sistema conserva una parte de lo necesario (“los mejores”) para seguir la nueva etapa evolutiva. La tecnología y el desarrollo de la ciencia tienen un papel crucial en la comprensión de la nueva sociedad que emerge.

La humanidad tiene un pálpito inconsciente por sobrevivir y se adapta a un mundo que necesitará menos de la vieja división social del trabajo y comenzará a reordenarse de otro modo. ¿Cuál?, me encantaría responder a ello.

La sociología entonces, junto a la filosofía, y todo aquello que nos permita ver más allá de lo evidente y volver a preguntar por cuál es el sentido de todo, son indispensables para sentir nuevamente que tenemos el control, una cuestión tan humana. Volver a pensar será el lugar seguro y firme entre las estructuras líquidas que mencionaba Bauman, por eso se hace tan importante releerlas, estudiarlas, criticarlas y en términos sencillos volver a encontrar caminos que nos den respuesta.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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