Por: María Elba Chahuán. Vicepresidenta y fundadora de Unión Emprendedora
Solemos decir que los jóvenes son la promesa del futuro, pero esta afirmación no siempre se condice con lo que ocurre en la práctica. La falta de oportunidades deriva en altas cifras de desempleo. Uno de cada cinco menores de 25 años no trabaja y según un reporte del INE de fines de año, los jóvenes presentan una de las mayores frecuencias de inactividad laboral.
El problema de esta situación es que no estamos generando las condiciones para que este grupo etario pueda acceder a un mejor nivel de vida y adquirir experiencia. Pero más importante aún, estamos impidiendo que desplieguen todo el talento y la creatividad que son capaces de entregar en múltiples áreas.
A través de encuentros y conversaciones con emprendedores de todo el país, he podido ser testigo de la combinación mágica que se produce entre jóvenes y proyectos incipientes, tanto en un rol de fundadores como miembros de los equipos de trabajo.
Por eso creo firmemente en que las pymes son el motor perfecto para potenciar el talento juvenil y obtener beneficios tangibles para la sociedad.
En primer lugar, las pymes no sólo representan el 98% de las empresas del país, sino que también son espacios donde la innovación, la flexibilidad y la cercanía son parte del ADN.
Es el ecosistema ideal para que los jóvenes profesionales o en formación puedan aprender, crear y crecer. Pero ¿cómo logramos que las pymes se conviertan en verdaderas plataformas de desarrollo juvenil?
Partiendo por lo básico, necesitamos incentivar. El Estado puede aportar con políticas e incentivos tributarios para las pymes que decidan contratar a jóvenes, especialmente aquellos que están recién egresados o aún cursando sus estudios. En paralelo debemos generar programas de capacitación conjuntos, donde las empresas puedan entrenar a sus nuevos talentos según sus necesidades específicas, con apoyo del sector público.
El mundo público y privado deben unir fuerzas para conectar a los jóvenes con las oportunidades que existen en las pymes. Imaginemos plataformas que funcionen como un puente directo entre estudiantes, egresados y pequeños empresarios, o espacios donde las pymes puedan publicar sus necesidades y los jóvenes ofrezcan sus habilidades y energía. No estamos hablando de caridad, sino de un intercambio donde todos ganan.
Finalmente, es crucial derribar prejuicios. Muchas veces se piensa que los jóvenes no tienen experiencia suficiente, pero olvidamos que, para compensarlo, traen consigo ideas frescas, manejo de tecnologías y una visión distinta del mundo. La única manera de adquirir experiencia es trabajando. Por eso, incluirlos en nuestras empresas no sólo es un acto de responsabilidad social, sino que una inversión estratégica.
La juventud necesita espacios donde pueda equivocarse, aprender y triunfar. Las pymes, con su cercanía y dinamismo, son el lugar ideal para que esto ocurra. Pero no basta con tener la intención: es hora de que como sociedad, planeemos bien el camino para que nuestros jóvenes no se pierdan en el laberinto del desempleo. Todos podemos colaborar en construir un futuro donde los jóvenes encuentren en las pymes un trabajo y además un propósito. Estoy convencida de que al potenciar su talento, también potenciamos a Chile.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo