Por: Ignacio Merino. Director Ejecutivo de HUBTEC Chile
Hace pocos días recibimos una muy buena noticia gracias al amplio consenso que tuvo el proyecto de ley de transferencia de tecnología y conocimiento, que fue aprobado en general por la Comisión Futuro, Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación de la Cámara de Diputados en su primer trámite.
A grandes rasgos, la propuesta promueve la investigación y la creación de empresas de Base Científica Tecnológica (EBCT) en las Instituciones de Educación Superior (IES) y plantea establecer un Repositorio Nacional de Conocimiento e Información Científica y Tecnológica.
En la práctica, uno de los aspectos más importantes de esta iniciativa es que busca fomentar en el país un escenario favorable para la transferencia de tecnología y conocimiento a través de la articulación y el trabajo conjunto de tres actores que son fundamentales para que esto ocurra: las universidades, las entidades gubernamentales y las empresas.
Y aunque a primera vista esta sinergia pueda sonar como algo simple, se trata de uno de los grandes desafíos que tenemos pendientes como ecosistema.
Veámoslo así: todo el talento y la investigación científico-tecnológica que se está desarrollando en Chile tiene el potencial de crear soluciones destinadas a resolver problemas reales de las personas en áreas como salud, educación, alimentación, agricultura, energía, sostenibilidad, etc. Pero si esos proyectos se quedan encerrados dentro del ámbito universitario, jamás podrán ver la luz y producir un impacto positivo en la sociedad.
El paso siguiente entonces es contar con un ecosistema y con las herramientas adecuadas para facilitar el match entre ese activo intelectual y las necesidades del sector privado, para que así el conocimiento pueda transferirse y convertirse en negocios, contratos tecnológicos, licenciamientos y creación de Spinoff, es decir, una amplia oferta de productos y servicios basados en ciencia y tecnología que puedan ser probados, validados, escalados e integrados en el mercado.
Además, lograr y mantener esta vinculación trae enormes beneficios para la economía chilena que van desde el fortalecimiento de un modelo de desarrollo sostenible basado en el conocimiento hasta el aumento de los descubrimientos locales y una mayor competitividad del país, al contar con mayor valor agregado en la matriz.
Por eso, en paralelo al avance del proyecto de ley en materia legislativa, es importante que quienes somos parte de este ecosistema promovamos marcos de trabajo que permitan acelerar los cambios culturales y los procesos que faciliten la articulación de recursos y redes para conseguir impactos positivos, y así colaboremos en fortalecer los vínculos y disminuir las brechas que separan a estos mundos para dar pie a resultados eficaces y eficientes que impacten positivamente en la vida de las personas.
Chile cuenta con talento y áreas de investigación sólidas, pero es imperativa una transformación tanto legislativa como cultural para impulsar la colaboración que permita poner los intereses colectivos por sobre los individuales, intercambiar conocimiento y así desarrollar modelos de negocio realmente adaptados a los nuevos tiempos. Ese debería ser el camino a transitar en el corto, mediano y largo plazo.
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